martes, 21 de septiembre de 2010

Hermoso encuentro de un dia común

-         Buenos dias señorita, ¿está ocupado este lugar?, oí que alguien me decia refiriéndose al asiento vacio junto a mi.
-         No, puede sentarse, respondí, a la vez que sacaba los bolsos que llevaba conmigo.
-         Ya que la veo sola y yo estoy igual quisiera sentarme a charlar con usted.
Y así, sin querer  y sin pensarlo inicié una conversación que me mantendría entretenida unas largas tres horas de viaje ya que, luego de nuestro encuentro en la terminal de ómnibus, nuestros asientos estaban casualmente asignados juntos.
Manolo Martinez se llamaba mi interlocutor, él viajaba solo desde hacia pocos meses, desde que, quien fuera su compañera durante 54 años, había fallecido.
Por algunos datos que me había dado calculé que Manolo superaba los 80. Se convirtió en uno de esos maestros de la vida que no se encuentran ni siquiera en las mejores escuelas.
La charla con él fue un curso intensivo sobre cómo vivir bien la vida; Manolo no escatimó en detalles, eso es lo que me permite compartir mi experiencia y las conclusiones que saqué al respecto.


Manolo nació en España y emigró a Argentina junto a su familia teniendo solo un par de a-años. Su padre fue agricultor en una zona llamada Villa Atuel, en la provincial de Mendoza. Cuando tenia casi 20 conoció al que luego seria su suegro, un inmigrante italiano quien le dijo que su hija venía en camino desde su pais y que seria una buena mujer para él.
Al cabo de un tiempo y luego de dos años de novios la hija menor de aquel italiano se convirtió en la esposa de Manolo.


El colectivo ya había emprendido su viaje y nosotros seguíamos conversando. De tanto en tanto  mientras Manolo  hablaba de esa mujer pude notar el brillo que solo tienen los ojos enamorados, de a ratos lágrimas gruesas llenas de historia rodaban por sus mejillas. La describía como una mujer perfecta, ciertamente había sido LA mujer de su vida.
Entonces, mientras Manolo hablaba, comence a tomar nota en mi mente sobre como ser una mujer que luego de 54 años de casados haga llorar a su esposo al ser recordada.

Manolo me contó de los emprendimientos que realizaron juntos, del sacrificio que ambos hicieron para tener tres hijos profesionales (dos médicos y una profesora), de cómo construyeron ellos mismos su casa, tambien me habló de la compañía que ambos se brindaron y el respeto que cada uno tuvo por el rol del otro cuando fueron padres.
Ella fue una mujer compasiva por los que menos tienen, alimentaba a su familia y también proveia de ropa y alimento a los necesitados que golpeaban su puerta.
Leyendo entre líneas las palabras de Manolo descubrí que ella, la mujer perfecta de la que nunca supe el nombre, fue una mujer que confió en su marido y estuvo junto a él como amante y como amiga, entre ellos no hubo ninguna estúpida competencia sobre quien traia mas dinero a fin de mes. Manolo tambien mencionó que ambos tuvieron que adaptarse al otro, cedieron y se despojaron de todo orgullo, tuvieron que cambiar pero nunca se amenazaron con firmas de divorcio ni permitieron que la idea de una separacion germinara en sus mentes. Eligieron un lema para sus vidas, tomaron las palabras de un viejo dicho italiano y lo hicieron un recordatorio de parte de Dios: "ayudate y te ayudaré". Se convirtió en mi lema desde aquel día.
Mi nuevo amigo nunca me dijo que ella era su alma gemela o que habían nacido el uno para el otro ni tampoco hablo de personalidades compatibles, definitivamente ellos JUNTOS tomaron la decisión de amarse. No se unieron por obligación, se amaron por decisión.
Se amaron cuando se vieron jovenes y se amaron cuando las arrugas cruzaron sus rostros. Se amaron en calma y decidieron amarse en las peleas. Se eligieron el día del gran si y se volvieron a elegir por 19.710 días mas.
Ese dia aprendi que la vida se trata de tomar buenas decisions y de ser responsables por aquellas que no hayan resultado positivas.
La vida se trata de amar sin medida y en el caso de nosotras, las mujeres, se trata de ser buenas compañeras, de ser tiernas amantes para que, con el pasar de los años, seamos recordadas y honradas por nuestros hijos  y esposo.
Por doquier se nos incita a independizarnos, a ser libres, a convertirnos en el sexo superior pero nadie nos avisa que ese no es el camino que nos llevará a un buen final.
Aquel día, sin darme cuenta, Manolo me dio algunos tips para vivir una vida digna y llegar a ser la clase de mujer que hace llorar a un hombre de amor.
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