martes, 14 de junio de 2011

¿Soñar o proyectarse?

Todos sabemos que las palabras tienen significado pero no siempre somos concientes del poder que  ejercen tanto en nuestros planes futuros como en el andar cotidiano.
Soñar y proyectar son dos verbos que nos hablan de ir hacia adelante, de caminar; de alguna manera nos empujan hacia un camino que si no somos nosotros, de igual forma está listo para que alguien lo transite.
Veamos qué nos dice la RAE (Real Academia Española) sobre estas palabras:
-          Soñar: anhelar persistentemente algo
-          Proyectar: idear, trazar o proponer el plan y los medios para la ejecución de algo.
Ahora bien, ¿es uno mejor que otro? No, claro que no, lo ideal supone que ambos se acompañen y complementen. ¿Por qué? Pues porque soñar refiere a ver una situación, ver una persona que aún no se es pero a sabiendas que desde el momento en que fue soñado/a comenzó a gestarse un nuevo impulso de vida, un nuevo “algo”.
Proyectar refiere a soñarse a la vez que uno se va convirtiendo en eso que aún no es. Proyectar es una acción casi tangible que acompaña lo ideal y debería de acompañar lo utópico del soñar.
¿Alguna de las dos definiciones nos hablan de algo concreto, de algo que ya existe? No, ninguna. Lo real nos encontrará en el camino, de nosotros depende lanzarnos a caminar, avanzar. La oportunidad será externa, la amenaza vendrá de afuera. Nuestra mente y espíritu deberán potenciar las fortalezas y hacer menguar las debilidades. Luego, la paciencia y la fe constante nos guiarán.
Detengámonos por un tiempo a soñar con lo que queremos ser o anhelamos que sea pero proyectémonos a partir de cuestionarnos qué nos hará llegar a ser eso, de qué manera el camino se acortará día a día. ¿Nos falta autoestima? Trabajemos en eso. ¿Nuestra salud difícilmente será la del ser soñado? Comencemos a cuidarnos. ¿Nos faltan herramientas? Esforcémonos para conseguirlas.
No es difícil soñar, solo requiere una mente y un corazón anhelantes, y de alguna manera, ambiciosos. Lo que nos requerirá más esfuerzo será proyectarnos.
El desafío: ¡Comencemos a equilibrar la liviandad de los sueños con el peso de la proyección! Porque “¡sí, se puede!”
¡Nos vemos en el camino!

Se trata de volar alto y, si es posible, de caminar entre las nubes...

miércoles, 1 de junio de 2011

Perdí el miedo al frío (entre otros miedos)

Perdí el miedo a la muerte, desde que entendí la eternidad
Perdí el miedo al frío cuando aprendí a abrigarme
Perdí el miedo a la gente desde que me dí cuenta que yo también soy peligrosa (y puedo herir)
Perdí el miedo al fracaso desde que lo ví como una posibilidad más
Perdí menos tiempo desde que decidí ser organizada (y usar agenda)
Perdí el miedo al amor desde que lo comprendí perfecto.
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