martes, 17 de marzo de 2015

Analiza(me) o mirá qué fuerte hablo para llamar la atención

No encuentro otro remedio para "estos días" más que sentarme a escribir, con los auriculares puestos y la música tan fuerte que no pueda escuchar mis pensamientos ni el ruido que canta la piel que pica al rascar.

Vendrían bien la luna o la lluvia, pero no hoy faltaron a clase las dos.

Mis manos corren solas, estoy quieta, estática, detenida, por fuera y por dentro. Tranquilos, tomé licencia solo por hoy. Me silencié en volumen alto. 

¿No te pasa? ¿No tenes días de ausencia? Y no hablo de días femeninos, hablo de tiempo de ensimismarse. ¡Ah! (suspiro) ¡Cómo me gusta esa palabra! Me imagino a todos mis yo, uno arriba del otro, como colchones, aplastándose sin identidad pero con pertenencia. Desnudos. Nada más.

Ojos que escuchan, oídos que ven. Sentidos discordantes.

Analizame, dale, imaginá todo lo que pasa por mi mente que, igual, ni vos ni yo sabemos qué depara el inconsciente. 

Tanta genialidad intangible.

La música se puso rara. El vaso se vació. Hace calor y aún no logro descifrar la raíz de este enredo. 

La ausencia y la soledad juegan sus mejores cartas. Hoy, justo hoy. El destino espía. Dios está detrás, ¿acaso no se escriben con las mismas letras los dos? 

Vos no estás, tu ausencia no sos vos. El sobre siempre tendrá el mismo remitente pero el destino no, ¿entendés? No es difícil si queres. 

Entiendo. Escucho. Pienso y siento. Extraño las ausencias, las dudas y hasta las certezas. 

Amo la rima, la discordancia, lo que dije y hasta el caos que callé. 

Me gusta la sorpresa y me dejo sorprender. Me gustan las escondidas, el bosque, el lobo y la noche llena de estrellas que celebra tu (no) presencia. 

Detengan el análisis, ¡que termine la sesión! Descubrí el trauma, basta de terapia, ¡qué comience la función!



Escribir es terapéutico. 

La imagen surrealista del cortometraje canadiense Bingo (1998). Mientras escribo escucho ésto 

miércoles, 11 de marzo de 2015

Igual que una vaca


{hay magia en todos lados}


A vos se te escapa la magia pero no te das cuenta, igual a una vaca que no sabe que su leche se hará queso y al final de la cadena, cuando el telón se levanta, aparecemos vos y yo comiéndolo en fetas con unas tajaditas de dulce de batata.

El otro día, el corazón se me puso mágico y latió doble: dos tuc al mismo tiempo pero con un espacio imperceptible. Es que me dijiste "me preocupo por vos" pero en otras palabras.

Un rato después se te cayó un "te quiero mostrar cuánto tenemos en común y aún no te diste cuenta", pero le pusiste tantos signos y conceptos extra que, si no lo reviso dos veces, casi ni me entero.

¡AY! Mi mano derecha se fue a tapar la oreja del mismo lado, es que el hipótalamo sacó su especial aguja y dio un pinchazo. Fue instantáneo y en el mismo momento en que el tren de la posibilidad pasaba y los vagones decían: Y-SI-ES-TA-VEZ-SI-?

Tan fugaz el tren, el pensamiento, vos, el queso y yo.
Tan ambigua la posibilidad, la elección y el protagonismo eterno del "quizás".

Tantas las vueltas que la vaca salió de escena,
y no volvió.





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